El Calendario Azteca se descubrió a finales de la época colonial, cuando el virrey Juan Vicente de Güemes ordenó varias reformas urbanas en la ciudad de México.
Entre las obras ordenadas, estaba la construcción de nuevas calles, introducción de drenajes y la creación de banquetas en la llamada Plaza Mayor. Hoy esa zona la conocemos como el zócalo de la ciudad de México.
José Damián Ortiz de Castro, maestro mayor de las obras urbanas, informó el 17 de diciembre de 1790. Que había encontrado una gran piedra labrada a tan solo 40 centímetros del suelo. Exactamente a 60 metros al poniente de la segunda puerta del palacio virreinal.
Antonio de León y Gama le dio el nombre de Calendario Azteca
Al sitio acudió Antonio de León y Gama para observar y dictaminar el origen y significado del monumento hallado. Le dio el nombre de Calendario Azteca. León y Gama lo narró de esta forma:
… “Con ocasión del nuevo empedrado, estándose rebajado el piso de la Plaza, el día 17 de Diciembre del mismo año, 1790. Se descubrió a solo media vara de profundidad, y en distancia de 80 al Poniente de la misma Segunda puerta del Real Palacio y 37 al norte del Portal de las Flores”…
Se colocó a un costado de la torre poniente de la catedral Metropolitana el 2 de julio de 1791. Ahí lo pudo admirar toda la población y los visitantes extranjeros.
Porfirio Díaz y Venustiano Carranza, entre muchos otros, se tomaron una fotografía a un costado del Calendario Azteca.
Durante la Intervención de 1847, los soldados del ejército de los Estados Unidos que ocuparon la plaza usaron la Piedra del Sol para “tiro al blanco”. Y por esto presenta daños en la parte central.
El calendario azteca se trasladó al Museo Nacional de Antropología e Historia, el 27 de junio de 1964, donde preside la Sala Azteca.